sábado, 16 de diciembre de 2017

Las personas no eligen su carrera profesional; son devoradas por ella (John Dos Passos)


Ayer se publicó en BOCYL la tan ansiada convocatoria del concurso de traslados para la provisión de plazas vacantes de personal estatutario de las categorías de especialistas hospitalarios y de pediatría de SACYL. Puedes acceder a la aplicación para participar en el concurso en el siguiente enlace

Esta publicación es fruto del trabajo realizado desde hace ya más de un año por la ADT y la Unión General de Trabajadores (UGT). Ambas organizaciones iniciaron recursos que han dado lugar a las sentencias judiciales que finalmente han obligado a SACYL a poner en marcha el concurso.
Ahora que se ha conseguido el traslado es tentador perder el tiempo en atribuirse los méritos de esta conquista, pero parece mucho más transcendente invertir el tiempo en reconocer el significado que tiene esta convocatoria para el colectivo de profesionales sanitarios.  Especialmente cuando la prensa se hace eco de medias noticias que no buscan más que desinformar y generar sensación de peligro en dónde sólo debería haber un reconocimiento al cumplimiento de la ley y el normal funcionamiento del sistema de provisión de plazas en la función pública.

Si algo define a esta histórica convocatoria de traslados, la primera que se aproxima a la legalidad en la historia de SACYL, no es que cientos de personas vayan a poder volver a casa, sino que ha conseguido devolver parte de la  ilusión perdida a un colectivo que se había abandonado a la inercia y aceptado la arbitrariedad como método de provisión de plazas.

Como dice el encabezado de este comentario, la mayoría de nosotros somos engullidos por  nuestro trabajo, y no somos capaces de mirar hacia los lados. En las profesiones sanitarias el grado de compromiso con la atención sanitaria y la responsabilidad que esta supone son de tal importancia que arrasan con todo lo demás. La profesionalidad nos compromete con los pacientes, la profesión, los compañeros, la sociedad y a veces nos olvidamos que debería también comprometernos con nosotros mismos y con nuestro desarrollo personal. 
Una de las piedras angulares para mantener este exigente nivel de compromiso activo y al día es la ilusión. Durante muchos años los gestores se han mostrado empecinados en obviar este componente, ignorando lo que realmente motiva a las personas, y limitándose a pensar que nos movemos por la recompensa económica.
En esta vorágine los profesionales hemos aceptado que la forma de provisión de nuestras plazas, el lugar donde nos desarrollaremos profesional y personalmente, sea elegido por otros. Hemos aceptado que los principales méritos para la elección de nuestro lugar de trabajo sean nuestros apellidos y padrinos y no aquello que sabemos hacer. Hemos dado por bueno que si alguien elegía un hospital en una  oposición jamás tendría la posibilidad de moverse a otro centro.
El SACYL ha ignorado que debe tratar a sus profesionales como tales y no como meros objetos. Que es necesario mantener su motivación facilitando su desarrollo como profesionales y la asunción de nuevos retos profesionales. Y que para ello debe existir la posibilidad de que los profesionales podamos optar a aquellas plazas que nos motivan y que no veamos las plazas obtenidas en una oposición como una condena ya que serán nuestro destino final, salvo que algún “jefe” se acuerde de ti y te ofrezca una comisión.
Gracias a las condenas judiciales, el SACYL tiene delante suyo una magnífica oportunidad para mejorar. Una vez que los jueces han liberado a nuestros gestores de la presión de aquellos jefes que nunca entendieron su papel como líderes de un proyecto, aquellos que reducen su actividad a la de organizar y disfrutar de la sumisión a su poder. Ningún líder cuya función sea la de contagiar su visión al servicio, equipo o departamento verá con miedo el que nuevos profesionales se incorporen a su servicio. Su labor, su reto, será motivarles e incluirles en el proyecto común. Todo “jefe” que limite su acción a "mandar", vivirá con temor la llegada de nuevos profesionales con criterio, que no le deban vasallaje y que puedan cuestionar su forma de hacer las cosas.

Es hora de reconocer el error y replantearse la política de personal de nuestro sistema de Salud. Toca poner a los profesionales en el centro de esta política de personal y hacerles participes del sistema. Toca demostrar que tenemos una visión del SACYL.

Festejemos la convocatoria de hoy. Esperemos que no sea una tormenta pasajera después de una sequía tan prolongada. Es hora de aceptar definitívamente las reglas del juego.







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